Viajes Internacionales

Alentejo y Extremadura. Serpa a Badajoz

Capítulo 4. De Serpa a Badajoz

Sin duda, esta es la mejor habitación en la que hemos descansado (y descansaremos) a lo largo del viaje.

– Está mejor el hotel que el pueblo. – Sentenció mi madre mientras desayunábamos en el propio buffet del Hotel Beatriz.

No le faltaba razón en su comentario, aunque tenía que ver mucho con el estado de ánimo con el que nos fuimos a la cama. Ayer terminamos algo desencantados con el día, pero hoy hacemos borrón y cuenta nueva. Eso sí, bajo la misma lluvia.

Tenía una ruta prevista para hoy, pero hay que cambiarla ya que no vamos a volver a Beja. Tenemos la mirada puesta en el destino de hoy, Évora. Damos por hecho de que no nos va a defraudar, de hecho, tenemos un tour a las 15:00 para conocer a fondo la ciudad, y con ese ánimo salimos del hotel. Creo que aun teniendo algo de interés en re-visitar Serpa y/o Beja no lo haríamos por la lluvia que cae. Lo que apetece es sentarse frente a una venta abierta y ponerse a leer con ese ambiente fresco de la mañana; en lugar de embutirse un traje de lluvia para montar en moto.

Salimos en dirección Norte, por la N-265, en dirección a Moura. Pasado la mitad del trayecto, empalmamos con la N-258 que será la carretera que nos lleve directos al municipio. Otro pueblo señalado en mi ruta para estirar las piernas y disfrutar del castillo, pero no paramos. No era cómodo, pasamos todo lo cerca que pudimos y continuamos la ruta; ahora por la N-255 en dirección a la presa del embalse de Alqueva.

Impresiona ver cómo esta construcción contiene el agua acumulada a lo largo de tantos kilómetros. Además, la vista es privilegiada, la carretera transita por la misma presa (como muchas otras, sí). Tiene algunas zonas en las que se puede parar a disfrutar de las vistas, eso sí, si no llueve mucho mejor.

Continuamos la ruta y pasamos por Alqueva, el pequeño pueblo que da nombre al embalse.

A los pocos kilómetros la carretera nacional por la que circulamos se torna hacia el norte, pero nosotros continuamos recto por la R-384 en dirección a Portel.

Antes de llegar, comenzamos a disfrutar más sobre la moto. Deja de llover y sale el sol. Ya no dejamos que nos engañe más porqué en estos 4 días que llevamos de viaje, salvo uno, hemos tenido lluvia y sol en el mismo día. Incluso cambiando de un estado al otro varias veces a lo largo del mismo.

Portel es otro pequeño pueblo con su castillo en lo alto de una peña. Puedes pasear por los alrededores, pero no se puede visitar, al menos en estas fechas. Eso sí, tiene un centro de interpretación del mismo y con un breve resumen de su historia desde el siglo XIII hasta nuestros días. Si es tu primera parada o te sobra tiempo, te recomiendo que pares, pero si vas con el tiempo justo es mejor que continúes tu viaje.

(disculpad por la calidad de esta fotografía, pero la hice sin mucho interés y con el sol de cara)

En mi caso paré porqué llevábamos un rato sin estirar las piernas, sólo unos minutos en la presa del embalse, y porqué el sol invitaba a ello. Además de que me obligaba a quitarme el traje de agua. Luego vendría uno de los motivos de mi viaje por estas tierras.

Hasta aquí, era parte de mi ruta prevista para el día de hoy. Con el cambio de planes de ayer había que modificar la ruta, pero si por alguna razón te interesa la ruta que tenía prevista; continuaba ahora hacia el Sur por la N-531 paralelo a la autopista, transcurriendo por los pueblos de Vidigueira y Cuba, hasta llegar a Beja. Pero esa no es la historia que contamos.

Si habéis leído esto desde el inicio, os comenté que “En este viaje tengo unos lugares que quiero visitar por su importancia en la historia. Este es uno de ellos (refiriéndome a los Toros de Guisando). Los dos lugares tienen que ver con la misma reina, LA REINA en mayúsculas. Seguramente la mujer más importante de nuestra historia”. Ahora viene el segundo motivo histórico de mi viaje. Alcáçovas.

Aquí se firmó el 4 de septiembre de 1479 un tratado entre los representantes de los Reyes de Castilla y Aragón (Isabel y Fernando) y el Rey de Portugal (Alfonso V) junto con su heredero el príncipe Juan (quien será Juan II de Portugal). Dicho documento fue firmado por Isabel y Fernando en Toledo el 6 de marzo de 1480. El tratado acomete cinco principales puntos:

  • Declaró la paz entre el reino de Portugal y los reinos de Castilla y Aragón y puso fin a las hostilidades tras la guerra de Sucesión castellana (1475-1479). Alfonso V renunció al trono de Castilla e Isabel y Fernando renunciaron a cambio al trono de Portugal.
  • Reconoció que el impuesto denominado el quinto real fuese percibido por Portugal en los puertos castellanos, incluyendo a los barcos que hubiesen zarpado hacia la Mina de Oro antes de la firma del mismo.
  • Reconoció a Portugal la exclusividad de la conquista del Reino de Fez.
  • En paralelo se negociaron las Tercerías de Moura, que resolvieron la cuestión dinástica castellana a través de dos convenios: Juana la Beltraneja o Juana de Castilla, rival de Isabel por el trono de Castilla, debió renunciar a todos sus títulos castellanos y optar entre el casamiento con el príncipe heredero de los reyes Fernando e Isabel, Juan de Aragón y Castilla, si este así lo decidía al cumplir los catorce años o recluirse en un convento, opción que escogió.

Y como quinto punto:

  • Repartió los territorios del océano Atlántico entre Portugal y Castilla. Portugal mantuvo el control sobre sus posesiones de Guinea, Elmina, Madeira, las Azores, Flores y Cabo Verde. A Castilla se le reconoció la soberanía sobre las Islas Canarias.

El hecho de reconocerse la soberanía de las Islas Canarias es para mí algo muy importante. Así que pasearme por la pequeña villa de Alcáçovas era imprescindible en este viaje. ¡Cuánto disfruto en las islas cada vez que tengo la oportunidad de ir!. Además, el puto COVID me fastidió mi viaje de buceo a El Hierro y esto es lo más cercano que estoy de Canarias desde aquel marzo de 2020.

Quince años más tarde tuvo lugar el Tratado de Tordesillas en el que se repartía el Atlántico en dos mitades. Este es uno de los acontecimientos más importantes de la historia de todos los tiempos. Gracias a él, hoy, conocemos el mundo como lo hacemos. Pero la lectura del viaje a Tordesillas aún no ha llegado.

En los ratos en los que preparé el recorrido y cuando me topé con la villa en lo que podría ser mi recorrido me obligué a pasar por aquí. Busqué información de algún rastro que pudiera seguir y visitar durante mi estancia, pero no lo encontré.

Llegamos a Alcáçovas a falta de diez minutos para las 13:00. Paramos frente a la iglesia mayor del pueblo, que se encuentra al norte de la ciudad. Ahí miré Google Maps para ver qué otro lugar de interés había y encontré que a 200 metros se encuentra el Paço dos Henriques, donde también se encuentra el museo etnológico de la villa. Entramos.

– Hola, buenas tardes.

– Buenas tardes. – Contestó la recepcionista, la cual estaba hablando segundos antes con la señora de la limpieza.

– ¿Se puede visitar?

– Sí, pero cerramos ahora a las 13:00. Volvemos a abrir a las 14:00. Puede visitarnos luego.

– Ahhh, pensaba que lo podría visitar ahora, a las 15:00 tenemos que estar en Évora.

– No, lo siento señor. Ahora tenemos que cerrar.

– Una pena. Sólo venía para ver si tienen algún documento relacionado con el tratado que se firmó aquí en 1479.

– Aquí sólo tenemos lo que usted ve aquí en la fotografía. – Me dice mientras me señala al mostrador que tiene delante y en el que se ve una gran fotografía del documento que se firmó por los representantes de los Reyes de Castilla y Aragón y el Rey de Portugal.

– ¿Sí?, ¿el documento original firmado? – Digo ojiplático. – ¿Y no lo puedo ver ahora?, sólo sería un minuto, es lo único que me interesa.

– Sí, ese documento, pero lo siento, puede venir en una hora y verlo todo el tiempo que desee.

No podíamos visitar el museo. Tenía ante mí la mayor atracción de mi viaje, ver ese documento. Ya me parecía extraño poder hacerlo, pero ante las palabras de la señorita no tengo más remedio que quedarme.

Hablamos mi madre y yo y decidimos ir a alguna tienda a comprar algo para dar un bocado y así a las 14:00 estar en la puerta del museo para ver el documento y salir del pueblo en dirección a Évora como muy tarde a las 14:30, ya que a las 15:00 teníamos el tour de la ciudad y hay una distancia de 32 kilómetros entre un punto y el otro.

Pues algo debimos hacer que ofendiera Zeus, Dios entre otras cosas de la lluvia, porqué mientras buscábamos una tienda abierta; ya que todas con las que dimos estaban cerradas, se puso a llover como si del diluvio universal se tratara. Nos refugiamos en la entrada de un banco o caja de ahorros, pero entonces comenzó a soplar un viento de costado y hacía que fuera inútil el resguardarnos bajo esa cornisa. Decidimos cruzar la calle y resguardarnos bajo el techo de la gasolinera que se encuentra en el pueblo.

Fueron 8 minutos de reloj. Paró de llover y encontramos una cafetería/panadería abierta donde compré algo para comer. A la hora de comer se come.

Siendo las 14:00 estábamos en la puerta del Paço dos Henriques. Un minuto más tarde abrió y entramos.

– Hola, buenas tardes. Veo que al final se han quedado.

– Sí, queremos ver el documento.

– Claro, como quiera. Si van a entrar al museo son 2 € por persona.

– Mamá, ¿quieres entrar? – Pregunto a mi madre.

– ¿Sólo vas a ver eso? – Me contestó.

– Sí.

– Bueno, si es tan importante ese documento entonces entro contigo, por 2 € no pasa nada.

– Vale. Por favor, deme dos entradas.

Entramos en el coqueto museo del palacio recién restaurado. Estoy emocionado. Recorro las instancias a paso ligero, solo veo que trajes típicos y utensilios de labranza y tejidos de la zona. Pierdo a mi madre de vista, era lo más normal que sucediera. Subo, bajo, un pasillo, otro… no encuentro el documento. ¡Joder!, ¿dónde lo tienen? No doy con él, así que bajo a la recepción.

– Por favor, ¿me puede indicar dónde tienen el documento? He recorrido todo el museo, pero no doy con él. Todo lo demás está muy bien, pero no me interesa y como le comenté tenemos que estar en unos minutos en Évora.

– (…) – Puso cara de Póker. Supongo que no le sentaría bien mi frase de que no me interesaba su museo, sus costumbres. Pero me pidió disculpas. – Lo siento, creo que no me he expresado bien. Lo único que tenemos es esta fotografía del mostrador. – Me lo vuelve a señalar como hace una hora.

– (…) – Ahora el que tiene cara de Póker soy yo. – ¿Perdón?, ¿me dice que el documento no está en el museo?, ¿sólo esta fotografía impresa en un mostrador?

– Sí. Lo siento.

– No se preocupe. No nos hemos entendido. Yo no hablo portugués y bastante hace usted con expresarse en un muy buen castellano.

– Lo siento. – Vuelve a repetir.

– De verdad, no hay que disculparse. Es un error.

– Claro. Un error de comprensión. ¿Cómo íbamos a tener un documento tan importante en un pueblo tan pequeño? Eso lo tenemos en el archivo nacional de la Torre do Tombo, en Lisboa.

– Ya me imaginaba que aquí no estaría, pero ante su afirmación a mi pregunta de si era el documento original… me cegó la ilusión de verlo. Ya me extrañaba. Bueno, no hay problema alguno. Entro a avisar a mi madre y nos marchamos.

– Claro, le devuelvo los 4 €.

– Muchas gracias.

(…)

– ¡Mamaaaaaaaá!, nos vamos.

El Paço dos Henriques, tiene entidad para una visita, no sólo del museo; pero mi interés era otro.

Decepcionado con el momento, sólo por 1 segundo, nos subimos a Sabrina y recorrimos los poco más de 30 kilómetros que nos separan de la puerta vieja de la laguna, por donde llega el acueducto a la ciudad. Ahí habíamos quedado. Llegamos por la N-380 a la hora en punto y bajo un sol de justicia; ya que volví a la moto a por mis gafas de sol, comenzamos el tour por la ciudad.

Pasamos más de dos horas y media recorriendo la ciudad. Llovía, paraba, llovía, volvía a parar. Menos mal que no lo hacía con fuerza. Como en cualquier tour visitas los puntos más importantes y conoces sus curiosidades. Después del tour entramos en algunos de los lugares de interés.

Templo romano de Évora
Jardín del Palacio del Rey Don Manuel I
Capilla de los huesos, dentro de la Iglesia de San Francisco

Pasadas las 19:00 paramos a merendar algo. Aproveché ese momento para buscar alojamiento para esta noche. Encontré uno que entraba en el presupuesto. Se encontraba a las afueras de la ciudad, así que podríamos pasar toda la tarde noche paseando por Évora (más aún) y a última hora ir a descansar al hotel para así salir a primera hora de la mañana a continuar el viaje.

El caso es que pensé que si volvía a llover prefería un alojamiento en la ciudad y así no tener que ir en moto de noche y con lluvia. No encontré nada que me apañara y sobre todo lo hiciera a mi bolsillo. Era mi viaje y lo que tenía que ver con la planificación (jajajaja, me río yo de esa palabra) del viaje corría a mi costa. Volví a por el hotel de las afueras… ¿qué podría pasar?, pues sí. Pasó. Ya no quedaban habitaciones en el hotel.

– Mamá, ya no quedan habitaciones en el hotel que te he dicho antes.

– Vaya. Entonces cogemos uno aquí.

– Podemos hacer eso… o como ya hemos visitado la ciudad y sólo queremos el hotel para descansar e irnos… podemos irnos para España y dormir en Badajoz. ¿Qué te parece?

Al oír la palabra España se iluminó la cara de mi madre.

– Vale, busca algún hotel a ver si te apaña. Mientras voy a merendar. – Sentenció.

Encontré un hotel en el centro de Badajoz y tras un último paseo por el casco histórico de Évora nos fuimos en busca de la moto para ir camino de España.

Recorrimos los 100 kilómetros en poco más de una hora y media. Nada de autovía ni autopista (N-18 y N-4) hasta que la nacional se pierde y es engullida por la A-6 a 2 kilómetros de la línea divisoria.

Cruzamos el puente del río Caya, afluente del Guadiana, que hace de frontera natural y entramos en casa. Lo primero que se ve a los pocos metros de cruzar la invisible frontera es un centro comercial.

– Mamá, mira. Llegamos a España y lo primero que hay es El Corte Inglés.

– Como Dios manda.

Esa frase de mi madre fue muy descriptiva. Estaba disfrutando del viaje, así me lo decía, pero como más tarde me comentó, siempre en sus viajes a Portugal se ha quedado con el mismo sabor de boca. No comprende cómo estando tan cerca puede haber esa diferencia entre un país y el otro. La diferencia existe. O te gusta la decadencia y tristeza de Portugal y su moho en las fachadas por muy históricos e importantes que sean los edificios o no. Es parte de su encanto. Yo le veo encanto a eso (sin excederme), pero también hay gente a la que no le gusta el jamón. ¿Quién soy yo para decirle lo que tiene que gustarle?

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