Viajes Internacionales

Alentejo y Extremadura. Elvas a Serpa

Capítulo 3. De Elvas a Serpa

Así mucho mejor. Despertarse cuando el cuerpo dice que ya es suficiente descanso; no como ayer con un despertador. Es pronto, sobre las 8:00, pero necesitábamos descanso. Sobre todo, mi madre.

La ruta de ayer fue de 200 kilómetros y durante el día pateamos por Cáceres y más tarde por el precio pueblo amurallado de Marvão. El día anterior, el de la aproximación al terrero, rodamos durante más de 350 kilómetros y muchos de ellos bajo la lluvia; además de los paseos por Monfragüe. Que sí, que vamos en moto y no corriendo, pero el cuerpo pedía un poco de descanso y estas 8 horas de sueño nos han sentado fenomenal.

El día es un día gris, todo apunta a que nos vamos a mojar por la lluvia. Así lo vimos en las previsiones meteorológicas de hace un par de días.

Mientras mi madre se acicala a mí me da tiempo a ir a por unos cafés. ¡qué bueno el café en Portugal!, ¿cómo puede haber tanta diferencia y hacer un café tan asqueroso como en España a sólo 15 kilómetros de distancia? No lo sé, que alguien me lo explique. El caso es que a ella le cuesta más ponerse en marcha, guardar las cosas en las maletas, etc… la falta de práctica, claro. Según vamos completando las maletas y el top case lo voy acercando a la moto. Sigue perfectamente aparcada frente a la comisaría de policía. Después de mi segundo viaje a la moto mi madre ya está preparada para el nuevo día. Nos despedimos de la persona en recepción y nos vamos a con Sabrina, justo al lado hay una cafetería, supongo que ahí irán los policías a comer los donuts.

Desayunamos y degustamos otro café. El segundo del día. En casa puedo pasar semanas sin tomar ninguno. No me creo ninguna de las milongas sobre los efectos del café; lo tomo porqué me gusta su sabor. Nada de azúcar, como los machotes. Si estoy en lugares de buen café me puedo pasar el día sorbiendo chupitos, como quien se enciende un cigarro cada vez que se quita el caso.

Comenzamos con el turismo por Elvas y con ello comienza a llover. Lo hace débilmente, por lo tanto, no nos impide pasear por el casco antiguo de la ciudad. En la Plaza de la República (lo que aquí sería la Plaza Mayor) encontramos la Catedral de Elvas, en honor a Nuestra Señora de la Asunción. No pudimos entrar a ella ya que supuestamente abría a las 10:00. Subiendo por una calle paralela a la iglesia llegamos a la puerta de la antigua alcazaba y dentro de ella nos encontraremos el castillo. También cerrado.

Pasear a primeras horas de un día entre semana es un lujo. Los que tenían que llegar a su puesto de trabajo o colegios ya lo han hecho y no hay turistas. Da gusto pasear por estas calles estrechas que dejaron en herencia los musulmanes y sobre las cuales crecieron las ciudades medievales.

Aunque aún sigo saboreando el café, lo mejor de Elvas está fuera de la ciudad amurallada. El acueducto, aunque no es el de Segovia, fue construido durante el s. XVII para asegurarse al abastecimiento de agua durante los asedios. Ahora lo están restaura, así que las fotos que hago salen andamios.

Sobre todo, lo que más llama la atención de Elvas y por lo que tiene concedido el título de Patrimonio de la Humanidad es por el sistema de murallas y fosos que configuran la fortificación terrestre de mayores dimensiones del mundo.

Es muy curioso ver estas fortificaciones con forma de estrella o tortuga. Lo que pasa que para disfrutar bien de ellas debes hacerlo montado en un globo o a través de fotografías realizadas con un dron.

A escasos metros del perímetro de la ciudad y sobre otra colina de similar altura se encuentra el fuerte de Santa Lucía, también con las mismas características.

A día de hoy, ya no hace falta tanta muralla, castillo y cañones apuntando a España a tenor del estado en que lo tienen los portugueses y sobre todo por qué hay un acuerdo con Badajoz para convertirse en la primera ciudad europea situada en dos países distintos. La unión da la fuerza, ¿no?

Llevábamos un par de horas paseando y contemplando la ciudad, cuando decidimos volver a la Plaza de la República y esta vez sí visitar la catedral. Continuaba cerrada. Eso de que abren a las 10:00 no es verdad. Con las mismas y aprovechando que estamos a escasos 100 metros de donde sigue aparcada la moto decidimos irnos y continuar el viaje.

Al llegar a la moto me visto con el mono de agua, temo que nos vamos a mojar, y salimos de la ciudad amurallada en dirección Sur-Oeste, justo paralelos al Acueducto de Amoreira. Ahí, en la rotonda, tomamos la salida por la N-4 dirección Borba. Es la nacional paralela a la autovía. No iba a coger autovía bajo ningún concepto, pero es que además no se necesita, la nacional está vacía y no es para menos. Teniendo algo menos poder adquisitivo que los españoles, los portugueses tienen la gasolina más cara. En esta Semana Santa “disfrutábamos” de un descuento de mínimo 20 céntimos por litro en España, allí no había descuento alguno; lo pregunté, y el litro de alimento de Sabrina superaba los 2 €.

Al llegar a Borba, pueblo que “visitamos” sin bajar de la moto, y para no continuar por carreteras nacionales, tomo un camino que sólo estaba autorizado para los empleados de la cantera de mármol. Y es que por esta zona hay muy buen mármol blanco y está plagado de canteras. Vi el cartel y me hice el loco ya que el GPS me decía que por ahí podía llegar al siguiente destino. A mi madre no se le escapó y rápidamente me espetó:

– ¡Por aquí sólo pueden ir los camiones que están trabajando!

– Ah, ¿sí?

– Sí, ¿no has visto el cartel?

– Ummmm, sí, pero aquí nadie nos va a decir nada.

– No deberías ir por aquí, ¿llegamos el mismo sitio?

– Sí.

– Bueno, ten cuidado.

Circulamos por un camino de campo, eso sí asfaltado. Yo ya me había montado la película en mi cabeza por si nos paraba la policía.

– (con lo que digo yo que es acento portugués) Disculpe usted, nos pensamos que tudo ben. Açí me indica GPS. Excuse.

A nadie le di semejante excusa, y menos con el acento de chiste que pongo. Por esta zona todo el mundo entiende y habla español casi mejor que yo. Además de que el no saber expresarme o hacerlo como un burro no me exime de respetar las señales de tráfico.

En pocos minutos entramos en la Vila Viçosa, por la cual teníamos pensado pasear, pero no hicimos por la lluvia. ¿te mojas menos en moto? No, todo lo contrario, pero no se hace agradable pasear con esta lluvia.

El impresionante palacio ducal y el castillo tienen parada obligatoria. Si vas por la zona no dejes de visitarlo.

A la salida del pueblo tomamos la N-255 dirección sur. Se suceden los pueblos, casi todos ellos con su castillo y después de pasar por el Santuario de Nuestra Señora de la Asunción dejamos la carretera nacional para tomar una mucho más rural y precaria, la CM-1114. Los viajes en moto son para disfrutarlos también en la carretera; por aquí disfruté un buen rato durante varios kilómetros hasta que llegamos al cruce con la M-514 que rápidamente nos llevaba hasta Monsaraz. No confundir con Reguengos de Monsaraz que es el pueblo administrativo.

Monsaraz, es un coqueto pueblo amurallado 100% dedicado al turismo, un pueblo museo. Ahí no vive nadie (sí, alguien vivirá) y la gente y la administración se encuentra en el cercano municipio de Reguengos.

El pueblo, encalado de blanco y todo empedrado tiene visita obligatoria. Justo parece que la lluvia nos da una tregua, así que decidimos disfrutarlo.

Monsaraz, otro pueblo medieval a la butxaca, está situado en lo alto de una colina y con vistas al río Guadiana. Aquí el río se encuentra embalsado en lo que se conoce como Embalse de Alqueva. Este embalse es impresionantemente grande y lo cruzaremos varias veces. Es el lago artificial más grande de Europa y la megaconstrucción más importante de los portugueses.

Desde el castillo se contemplan las mejores vistas y por las pequeñas calles encontrarás distintos negocios de artesanía y restauración. También alguna habitación. De hecho, casi tenemos que pedir una habitación porqué empezó una tormenta de narices. Nos refugiamos en un pequeño bar justo al lado de la entrada del castillo. Ahí aprovechamos para comer ya que las tripas ya nos daban aviso.

Cuando paró la lluvia (prácticamente una hora después) seguimos paseando por el pueblo y disfrutando de las vistas. Me dejé los prismáticos en la moto, pero este habría sido otro muy buen lugar para usarlos.

Estamos en la mitad de la ruta de hoy, es pasado el mediodía y el clima no acompaña en absoluto. Eso sí, no tengo prevista ninguna parada hasta Serpa. Ahí vamos a dormir. Mientras comíamos y nos refugiábamos de la lluvia aproveché para buscar el alojamiento para esta noche.

Salimos por la M-514 y al llegar al cruce con la N-256 tomamos dirección al lago. Impresionantes vistas al sobrevolar el agua. Casi parece que estés circulando sobre el mar. Toda esta zona está plagada de playas fluviales que seguramente estén hasta la bandera en verano. Hoy no, claro.

Después de Mourão, dónde paramos a pasear por el castillo (te lo puedes saltar si quieres) tomamos la M-517 que no soltaremos hasta llegar a Póvoa. Ahí iré encadenando distintos caminos rurales muy mal asfaltados hasta que vuelva a toparme con la M-517 por la que entraremos a Serpa.

En mi ruta inicial no bajaba más al Sur y desde Monsaraz me iba hacia el Oeste. El caso es que después de intercambiar unas líneas con alguien del motoclub decidí meter en el viaje la visita a Serpa y Beja. Esto hacía cambiar mi ruta sobre el papel, pero no es problema. Me encanta enfrentarme al precioso lienzo de un mapa y empezar a trazar líneas sobre él. Así que, hacia Serpa que nos vamos.

No íbamos a ir en línea recta, claro que no. Hice un trazado sobre Google Maps que me hacía pasar por caminos terciarios que con la lluvia y los socavones asustaron algo a mi madre.

– ¿Seguro que vas bien?

– Sí.

– ¿Por este camino de cabras te manda el GPS?

– Sí, por aquí nos manda.

– Pues no deberías ir por aquí tú sólo. Si coges un bache de estos y te caes al suelo a ver quién te ayuda aquí. No hay nadie.

– Ya, pero con no caerse lo solucionamos.

– Deja de decir tonterías y ve por carreteras normales. Aunque estos portugueses lo tienen todo hecho un bicarbonato seguro que hay mejores carreteras que esta.

– Sí, por aquí pasamos porqué monté la ruta sobre un mapa.

– Ah, vale. Bueno, pues no montes estas rutas si vas solo.

– Vale. Venga, que ya estamos llegando.

Seguía disfrutando sobre la moto, la lluvia continuaba afeando el día. Llegamos a Serpa, paró la lluvia y salió el sol. Tócate las narices.

El pueblo no parece gran cosa, pero el GPS nos lleva directos al hotel. No hemos tenido suerte de entrar por la parte bonita; supongo.

En el coqueto hotel Beatriz tenemos una amplia y luminosa habitación, además el desayuno está incluido.

– Hola, buenas tardes. – Digo al entrar en recepción.

– Buenas tardes. – Me contestan.

– Tengo una habitación reservada.

– ¿A nombre de quién?

– Jaime.

– Anda, que bonito nombre. Por eso se lo puse a mi hijo.

– Sí, yo también. – Dice mi madre.

– ¿Sí? ¿son madre e hijo?

– Sí. – Responde mi madre.

– ¡Qué bonito!, ¿qué edad tienes Jaime?

– Voy a cumplir 39.

– ¿Sí? pareces mucho más joven. Pensaba que tenías 29 como mi hijo. Él no me ha llevado de viaje en moto.

– Bueno, siempre tendrá la oportunidad de hacerlo.

– (se ríe la señora) Sí, seguro que sí.

Si no estoy acompañado por mi madre y en otras circunstancias, igual ceno lentejas, pero no, cenaré otra cosa; maldita sea.

Después de dejar los bártulos en la habitación y de ponernos ropa de civil salimos a caminar por Serpa.

Museo etnográfico, cerrado. Castillo, cerrado. Palaço dos Condes, cerrado. Vimos algunas puertas y partes de la muralla. También su acueducto, que no lo pueden cerrar, pero sí estaba cerrado el molino de agua (noria) que tiene una visita explicativa.

Así que vamos a la oficina de turismo.

– Hola, buenas tardes. – Digo al entrar.

– Buenas tardes.

– ¿Qué podemos visitar?

– Nada. Hoy lunes está todo cerrado.

– (…). – Sí, no digo nada. – ¿Entonces?

– Podrán visitarlo mañana.

– Aquí no hay nada que hacer. – Dice mi madre.

– Bueno, les puedo dar algo de información y así mañana lo visitan.

– Muchas gracias.

Salimos de la oficina y al mirarnos le digo a mi madre que vayamos a pasear y que algo veremos.

Pues no, no vemos nada más. Miro el mapa del pueblo y voy a los puntos turísticos que pueden tener algo de interés para mí y todos están cerrados.

– Mamá, ya tenemos la habitación, pero mira, es pronto (poco más de las 18:00) si quieres podemos ir a Beja, que es la capital de la zona. Ahí es dónde íbamos a dormir mañana, pero podemos ir y aprovechar allí la tarde visitando la ciudad, que seguro que tiene más que esto. Más tarde cenamos y luego volvemos.

– ¿Pero está lejos?

– Que va. En línea recta por la nacional tenemos 30 kilómetros, en 25 minutos estamos ahí. Por la noche cuando nos cansemos nos volvemos por la misma carretera, no es peligrosa.

– Bueno, si lo ves bien podemos hacer eso. Aquí no hay nada. Este pueblo no vale un duro.

– (…)

– Pongo cara de Póker. – Bueno, no siempre se acierta, y aquí además está todo cerrado.

– (Entre risas y casi lágrimas). – Menos mal que aquí no has traído a tu hermano, si no te monta una que no hay quien lo aguante.

– Quizá por eso no me lo llevo a ningún sitio.

– Venga, vale hacemos eso que dices.

Nos volvimos al hotel, cogimos los cascos y con ropa de civil nos fuimos para Beja. Éste sería nuestro destino del día siguiente, después de una ruta de 120 kilómetros saliendo hacia el Norte de Serpa dirección Moura. Visitándola, pasando por Alqueva, que es el pueblo que da nombre al embalse que ya conocemos. Haríamos la visita en Portel y Vidigueira y luego llegaríamos a Beja por caminos rurales, algo parecido a la llegada de hoy a Serpa. Al final esa ruta no se realizó. Haré otra, ganaremos un día al calendario y lo aprovecharemos más adelante. Pero eso es otra historia.

En Beja nos encontramos con que el acceso a la torre del homenaje del castillo cierra a las 19:00. Son las 19:03. Otra que sale rana. Lo que no sé es si habría estado abierto, aunque hubiéramos llegado antes de las siete.

Al menos Beja sí tiene un paseo más o menos agradable. Nos encontramos la catedral cerrada, también los museos, pero bueno, eso podría ser porqué ya era más de las 19:00. Claro, aquí habríamos llegado mañana después de comer, con toda la tarde para disfrutar. Pero no tenía que ser.

En la Plaza de la República nos encontramos con la picota de Beja. La cual mandó construir el rey Manuel I en 1521 tras conceder los fueros a la ciudad. Pasa bastante desapercibido por qué no hay un gran atractivo en la plaza.

Se hacía la hora de cenar, como teníamos todo el tiempo de mundo busqué un buen restaurante en la zona. Al menos las más de 4,5 estrellas de Google indicaba que cenaríamos bien. Pues ni eso. Los dos pedimos un lomo de bacalao. Aún tenía en la mente el impresionante lomo que se había comido mi madre el día anterior antes de subir al castillo de Marvão. Creo que ella aún salivaba por aquel plato. Así que los dos pedimos lo mismo.

Seguramente fue el peor lomo de bacalao que me han servido nunca; parecía estropajo. Cuando un lomo de bacalao es bueno puedes ir quitando las láminas una a una. Qué rico, ahora que escribo estas líneas sólo pienso en comerme un buen lomo de bacalao.

Dimos carpetazo al día de hoy. Nos dirigimos a la moto que estaba aparcada en cuesta justo al lado del castillo. Por mi mente se paseó el recuerdo de lo que me sucedió ayer al sacar del aparcamiento del castillo de Marvão. Esta es una situación bastante parecida. Cuesta y adoquines mojados. Además, también tengo que encarar la moto a la dirección contraria a la que la saco. Eso sí, no llevo las maletas.

No sucede nada, mi madre se monta y nos fuimos de regreso al hotel en Serpa.

Ato cabos y pude comprender por qué estaba todo cerrado. Cierran los lunes, de modo que si visitas Elvas, Serpa y/o Beja hazlo un día que no sea lunes o es muy probable que encuentres cerrados todos los lugares de interés. Un plan sin fisuras que siguen muchas otras ciudades, también en nuestro país.

Si en su momento no metí a Serpa y Beja en la ruta sería por algo. Aunque el día no terminara lo bien del todo que me hubiera gustado es un día más de un viaje; y eso siempre está bien.

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